Y despiertas una mañana, y la impotencia se ha cebado con tu sentido común. Lo intentas, pero la vida es a veces un misterios sin claves ni pistas. Tu cuerpo no responde, tu mente se bloquea, tus manos tiemblan.
Querer y no poder. Necesitar y no poder. Sentir y no poder. Pensar y pensar y pensar....y no poder.
Cuando el cuerpo no acompaña nuestros pasos, de poco sirve obsesionarse en luchar contra viento y marea, de nada sirve enfrentarse a la evidencia. Cuando el cuerpo no acompaña, solo nos queda la paciencia, coger aire, mantener la perspectiva, y no dejar que la frustración levante muros entre nuestro presente y nuestro futuro inmediato. Porque aunque ahora se vea borroso, está a la vuelta de la esquina.