martes, 26 de agosto de 2008

domingo, 24 de agosto de 2008

Hasta luego

Nunca me han gustado las despedidas. No te dejan hablar ni pensar. Además, dejan un sabor amargo en la boca, un nudo en la garganta y, lo que es peor, un enorme vacío en el corazón.

Nunca digo adiós, ni tampoco me gusta que me lo digan. Siempre resulta mejor un "Hasta pronto" , "Hasta luego", "Nos vemos"... pero nunca adiós.

Adiós sabe como a portazo en la cara.

Es como un punto y final, una forma de cambiar de párrafo. Demasiado frio. Siempre me han gustado más los puntos y seguido, al menos dan la posibilidad de ilusionarse.

Prefiero saber que nos volveremos a ver, que iré, que volverás, que hablaremos, que reiremos, que compartiremos...

Me gusta no saber cuando, pero tener la certeza de que las ausencias no durarán demasiado tiempo.

Lo que más me gusta es saber que las despedidas no son para siempre y que el vacío que dejan volverá a llenarse en el reencuentro...


Un abrazo, un beso y un... hasta luego.



Cursi, lo sé, pero me da igual! ¬¬

sábado, 23 de agosto de 2008

Noches iluminando dias

Sonrisas cómplices, miradas transparentes, llenas de sinceridad. Conversaciones fluidas, sin silencios incómodos. Palabras que salen a borbotones, para luego mezclarse con pensamientos profundos y risas desatadas. Brindis por muchas más veces como esta, con el ferviente deseo de que así sea. Una sensación de estar y sentirme como en casa, plenamente cómodo. Contactos cercanos nacidos de quien sabe dónde, preocupación que notas sincera, sorprendentemente próxima, pero que tanto te gusta. Música, ojos que se cierran, ojos que se estudian, ojos que se cruzan. Movimientos, sensación de libertad completa, magia. Compenetración, armonía, guiños que contienen emociones...


Noches que se hacen cortas, demasiado cortas, en las que parece que de nuevo el tiempo juega en mi contra y se prepara para hacerme una de las suyas. Noches que se acaban en un simple y fugaz parpadeo y me dejan en la boca la sensación de querer más, de necesitar más.


Podría perderme, irme hasta el fin del mundo sin miedo, sabiendo sin dudarlo mucho que en todo momento me sentiría bien, me sentiría a gusto. Y eso es algo tan extraño de conseguir que.... ¡Para!

Ahora no es el momento de cuestionarlo, ni siquiera de pensarlo. Simplemente quiero disfrutarlo.....y sentirlo.


Solo confío en que no pase demasiado tiempo, para no empezar a echar de menos..


¡¡Por muchas veces!!

viernes, 22 de agosto de 2008

¿¿Qué hay detrás??

Venga, dime ¿qué hay detrás?

¿Sólo hay silencio? ¿Sólo mi voz repitiendo mis palabras? ¿Sólo el reflejo de mi rostro y mis deseos confusos y deformados tras el muro de mi cuerpo?

Venga, dímelo. No me niegues la respuesta. No me huyas, no me evites, no me dejes sin saber qué es lo que hay tras las paredes rotas de mi desolación, tras el abismo que se oculta en mis pupilas. No me escondas la verdad de lo que soy, de lo que he sido.

Sigues callando, ¡¡¡Maldita seas!!!

Y no respondes...¿por qué no hay nada? ¿Por qué estoy vacío? ¿Por qué sigues sin decir nada? ¿Por qué no me respondes de una vez? ¿Acaso crees que no he pagado ya lo suficiente? ¿Que no he sentido suficientes cuchillos afilados en mis venas, en mi mente, en mis sentidos? ¿Acaso no he pagado mi condena?

Dime, solo te lo diré una vez, prometo no preguntar más

¿Qué hay detrás?


Quizá hoy no sea el mejor día para escribir esto, pero me has picado xD O quizá si que lo sea...no se.

jueves, 21 de agosto de 2008

Lo que (no) vemos

A veces las cosas no salen como las teníamos pensadas o planeadas... pero claro, de eso solo nos damos cuenta cuando salen mal. Cuando queremos hacer algo, cuando planeamos fiestas, cenas, citas, viajes... y la cosa al final se estropea, nos quejamos de nuestra mala suerte e incluso a veces nos obsesionamos en buscar el porqué, lamentándonos de nuestra desgracia.

En cambio, si la suerte nos sonríe, si recibimos una visita inesperada, una llamada, una sorpresa... simplemente nos alegramos y no pensamos en la suerte que tenemos.

Hay veces en que la sola idea de que alguien especial no acuda a vernos, nos hace ser incapaces de disfrutar del resto de personas que sí que están ahí contigo, en ese momento. A menudo las cosas más sencillas pueden cambiar nuestra perspectiva de las cosas, y ese poder únicamente está en nosotros, en nuestra mirada a las cosas que nos rodean.

Soy consciente de que a veces deseamos muchas cosas que no se cumplen, pero eso no resta valor a lo que sí tenemos. Parece que nuestros ojos se ciegan momentáneamente por la tristeza del momento y somos incapaces de mirar más allá y ver a quien realmente nos regala una sonrisa desde el otro lado.

Hace unos años tenía la extraña creencia de que si desapareciera, si me tragara la tierra, no importaría, y tardarían bastante tiempo en darse cuenta de que ya no estaba. Lo peor de todo es que pensaba que no dejaría rastro alguno, sería como haber estado sin haberlo hecho, que no había hecho nada para que alguien me recordara....

Era muy egoísta al pensar eso, menospreciaba a las personas que tenía a mi alrededor, restaba importancia al hecho de que ellos estaban ahí, queriéndome y apoyándome a su manera, como sabían, pero ahí, al fin y al cabo.

Hay momentos en que no sabemos apreciar lo que tenemos, y resultaría muy triste tener que aprenderlo cuando se haya perdido.

Y es que aunque a veces me sienta perdido, triste.... sé que tras mis tristezas, tras mis desvelos y tras mis ratos de angustia están esas voces, esos ojos, esas manos que estarían dispuestas a sujetarme si alguna vez me faltara el valor o las ganas de seguir luchando. Porque siempre están ahí.


Gracias.

martes, 19 de agosto de 2008

Como en casa


Me he considerado toda mi vida una especie de nómada, sin raíces en ningún lugar, sin ataduras en ninguna parte. Cambiar de vida, de ciudad. Deshacerme de la pesada rutina que cargo a mi espalda aunque solo sean unos días... o semanas. Pero luego llega la vuelta a la realidad, al día a día, a la rutina, a la monotonía....y es cuando siento que no estoy en el lugar apropiado.


Con el tiempo he ido forjando mis propios vínculos con el mundo. Lentamente he ido haciendo mío algunos espacios y sintiendo cada vez más cercanos algunos lugares y personas. Cierto es que el equilibrio que los mantiene podría romperse en mil pedazos en cuestión de segundos, pero me gusta disfrutar de ellos mientras puedo, y eso es cuanto necesito.


Me gusta sentirme como en casa en ciudades ajenas, sentirme a gusto, arropado, sentirme parte integrada de lo que sucede a mi alrededor y sonreír desde el corazón mientras ocurre.


Claro que el mérito no es de las paredes o de las calles, sino de las personas que te abren las puertas de su mundo de par en par. Por eso trato de compensarte de la mejor forma que sé para que tu tambien te sientas como en casa.


Porque hay gente que sin hacer nada en concreto, sin ni siquiera proponérselo, son especiales...y te hacen sentir especial :)


Pic* : Alonso Martinez, parada de metro favorita! ;)

viernes, 15 de agosto de 2008

Silencio (Shhhh!)

Reconozco que es un sonido que me resulta especialmente cercano. La mayor parte de mi tiempo paso evadiéndolo...o quizás invadiéndolo. Tanto tiempo acostumbrado a su sonido que no siempre me apetece tenerlo cerca.

Hay veces que lo necesito, lo pido a gritos, al no poder soportar el estrés de tanto sonido y necesito relajarme, tranquilidad absoluta, silencio. En cambio, tambien hay momentos que me apetece todo lo contario, oír gente, oír risas, oír lo que sea pero que no haga quedarme solo con mis emociones.

Hay veces que me gusta jugar con él. Otras veces lo esquivo por ser un poco aburrido. A veces me ayuda a concentrarme y aclarar mis ideas, otras en cambio me confunde y me marea de tal forma que no puedo distinguir un pensamiento de otro.

Hay muchas veces que se hace el silencio, provocamos silencios, o rompemos silencios. Algunas veces callo porque no tengo nada que decir, pero otras veces simplemente me muerdo las ganas por miedo a no decir lo que debería, por ese temor innato a equivocarme sin remedio. A veces hablamos porque no soportamos esos ruidosos silencios tan incómodos. O callamos porque pensamos que nada de lo que tenemos que decir puede importarle a nadie, pese a saber que nos equivocamos pensando algo así.


Todavía trato de hacerme hueco entre las silenciosas sombras...

miércoles, 13 de agosto de 2008

Cuando era niño...


Cuando era niño soñaba con atrapar el cielo con mis manos, perderme entre las estrellas y viajar por el espacio en una esfera de muchos colores. Tambien quería volar sobre las nubes, asi como esconderme entre las gotas de lluvia. En aquella época no habían imposibles.

Los niños tienen el asombroso don de saber evadirse de la realidad cuando les resulta demasiado rutinaria, triste y dolorosa, logrando escapar para sumergirse en un mundo de ilusiones. Solamente allí son capaces de ser reyes de países que nunca han existido, capaces de llegar a los rincones más lejanos de la tierra, capaces de viajar en un rayo por lugares que resultan imposibles de describir con palabras.

El único mundo donde el concepto de tiempo no tiene ningún sentido, donde la desilusión, la prisa, la culpa y el fracaso no están presentes. Inventan su propio lenguaje y su propia manera personal de ver las cosas, no dejándose influir por nada ni nadie.

Cuando eres niño la ciudad te parece el mismísimo universo. Los árboles son gigantes, las nubes trozos de algodón, la lluvia son lágrimas por los que han muerto, y nuestra habitación se convierte en un castillo encantado lleno de duendes.

Es una etapa de nuestra vida en la que debajo de la cama tenemos invitados inesperados que esperan para cogernos desprevenidos, dentro del armario se esconde un misterioso fantasma, y nuestro mejor amigo es un peluche viejo y desgastado. Para los niños los cuentos son historias que un día sucedieron. Saben que las hadas viven todavía en algun sitio muy lejos, quizá esperando a que lleguemos para deshacer un olvidado encantamiento.

Somos héroes, reyes, gnomos de la oscuridad, emperadores, caballeros, príncipes y hasta dragones. Es el tiempo en el que la infancia se convierte en mensajera de la humanidad con el objetivo de cambiar el mundo.

Recuerdo que cuando era niño soñaba con volar. Me despertaba cada mañana ilusionado por ver si mi deseo se había cumplido, y aunque no llegaba no se me pasaba por la cabeza dejar de creer en ello. Era el tiempo en el que la vida todavía podía asomarse al rinconcito de la alegría, donde todo podía mejorar. Me acostaba cada noche con el apasionado deseo de poder ver la aurora de un mundo repleto de optimismo y felicidad. Entonces aún creía que existía.

Era el tiempo donde no me importaba que nadie me entendiese, donde únicamente con mis manos construía mi propio mundo de papel y música. No necesitaba nada ni a nadie, con mi existencia era más que suficiente.


Sólo en aquel tiempo pude sentir que era inmortal...

martes, 12 de agosto de 2008

Hay dias


Hay días que despierto como si tuviera un nudo en el estómago. Una angustia que invade mi cuerpo y mis sentidos sin remedio alguno. Como una suma de sensaciones desordenadas y dispersas que se apoderan de uno muy lentamente hasta dejarme inmóvil sobre la cama.

Levantarse supone un esfuerzo sobrehumano, como cargar con kilos y kilos de desesperación y tristeza. Arrastrarse entre las sábanas sin apenas fuerza y tener la sensación de estar derrotados, sometidos a un diágnostico lleno de suposiciones nada favorables que nos hacen sentirnos condenados aún.

Entre los gigantescos silencios de la oscuridad de esta habitación sobrevuelan puñales, voces que sentencian, frases lapidarias que hacen palpitar las paredes y los átomos de cada milímetro de mi piel. Sabores amargos, rugidos de almas y una fuerte sensación de contradicciones repletas de culpas ajenas que nos impiden respirar. Sombras que intentan atraparnos y hacernos sentir completamente insignificantes. Nuestras propias almas gritan desesperadamente tratando de huir muy lejos, en algún vacío donde nada ni nadie pueda alcanzarnos.

Hay días que cuesta luchar contra la nada, esa masa deforme llena de aullidos y risas que tanto le gusta alardear de su gran poder destructivo sobre nuestro sentido común.

Hay días que el desconcierto se apodera de nosotros al no poder distinguir la realidad entre las sombras.

Hay días que resulta imposible borrar la sensación de ser minúsculos, casi transparentes, tan pequeños como par ser invisibles, como para pasar desapercibidos del resto del mundo.

Hay días que uno desea gritar contra todo, sacar el orgullo para decir "¡¡Basta, hasta aquí hemos llegado!!" Y evitar que se abran las puertas de viejos fantasmas que tantas luchas hemos tenido para eliminarlos de nuestras vidas. Pero siguen estando ahí....

Hay días que queremos ser mucho más fuertes y que las circunstancias no nos hieran tanto, que paren de sangrar nuestras heridas y no nos dejen en un mar de dudas...

Hay días en que personas que me importan también lo sufren, lo sienten como propio.


Hay días como hoy que me da rabia ser consciente de que la vida no es justa, ni lo será....



Tú tambien me inspiras! ;)

lunes, 11 de agosto de 2008

Creer o no creer

Hubo un tiempo que envidiaba a la gente que podía creer. En la vida, en Dios, en las energías, en cualquier cosa que llegado el momento les ayudara a seguir adelante, a confiar, a cerrar los ojos y no sentir miedo.

Reconozco que estaba totalmente convencido de que esas personas partían con clara ventaja y sentía que la vida me había traicionado por no haberme dado a mí la posibilidad de creer en algo por encima de mi mismo a lo que poder aferrarme en los momentos de desesperación. Ellos tenían en su poder una tabla salvavidas donde podían descansar cuando se encontraran perdidos en la nada. Ya tenían algo a lo que agarrarse, aunque fuese un clavo ardiendo. Sin embargo, ¿qué tenía yo? ¿Por qué razón no podía creer en nada? ¿Por qué no podía tener esa cuerda a la que sujetarme para salir de la desesperanza?

Pues si, envidiaba esa capacidad de creer sin hacer muchas preguntas, o incluso haciéndolas. Envidiaba la posibilidad de dejarse en manos de algo más allá de uno mismo. Envidiaba la idea de tener un punto de apoyo que sostuviera mi equilibrio aún cuando el mundo se me venía encima, cuando se abría un abismo a mis pies cada vez más grande.

Con el tiempo he ido descubriendo que solo tenía una posibilidad de creer en algo. Lo intento con todas mis fuerzas, una y mil veces. Pero solo en contadas ocasiones y de forma fugaz puedo llegar a vislumbrar el camino a lo lejos.

Y me esfuerzo incansablemente sin lograr todavía los resultados deseados, aunque quiero creer que cada día estoy un poco más cerca de conseguir acercarme.


Todavía no he conseguido aprender a creer en mí.


Todavía....

viernes, 8 de agosto de 2008

¿Me perdonas?

Muchas veces necesitamos escucharlo, otras veces no importa, el daño está hecho, no se puede volver atrás. No siempre se puede reconstruir mediante el perdón el dolor causado, la confianza deshecha en mil pedazos, las heridas infringidas. A menudo suele llegar demasiado tarde.

Primero necesitas tiempo para identificar el daño, intentar repararlo en la medida de lo posible y esperar que pase la oleada inicial de inmensa decepción y tristeza. Después sólo queda la posibilidad del perdón. Sólo.....


"Claro que te perdono. Pero no sólo lo hago por ti ni por el cariño que todavía prevalece por encima del dolor, lo hago por mí. Necesito perdonarte por muchas cosas. Para que el dolor no se acumule y acabe convirtiéndose en una rabia que me desborde. Para no sufrir más por el dolor causado. Para no sentir que nada valió la pena. Para no pensar que fui un peón más de un juego en el que jamás quise participar. Para poder librarme de lo que me pesa de ti, de la misma forma que te libero de mí. Necesito perdonarte para no acumular más fantasmas, para librarme del pasado de una vez por todas y poder seguir mi presente sin el peso de lo ocurrido. "

Dicen que se perdona pero no se olvida. Si se pudiera olvidar todo sería más fácil, pero no es así, y la memoria sigue conservando infinitos ángulos.

El perdón se ha convertido en un mecanismo de curación, esa fórmula que nos permite no guardar rencor y nos posibilita seguir nuestro camino sin arrastrar heridas sin cicatrizar. Es una necesidad para no sentirnos atados eternamente al dolor causado por otros.

Perdonar en ningún caso quita responsabilidad ni justifica ningún acto. Pero es que la culpa nunca ha servido de nada, ni la de otros, ni la mía.

Así que como muchísimas veces me he sentido mal por no haber sido más listo, por no haberlo visto venir antes, por haber pecado de ingenuo, por haber confiado más de la cuenta, por ser responsable (in)directo del daño.....

....hoy he decidido perdonarme a mí.


Yo ya me he perdonado, ¿y tú? ¿te perdonas? ¿Me perdonas?

jueves, 7 de agosto de 2008

Momento oportuno

De alguna forma siempre he defendido que las cosas no suceden por azar, aleatoriamente y sin sentido, sino que a veces suceden en el momento determinado que tocaba que sucedieran, ni antes ni después, aunque no entendamos el sentido de muchas de ellas en el mismo instante en que ocurren.


No es una creencia de predestinación, para nada. Simplemente es la sensación de que cuando debemos aprender algo, la vida nos pone justo enfrente de aquello que hay que aprender irremediablemente, y que sólo cuando es el momento oportuno las cosas se dan, aunque nosotros no sepamos apreciarlos en el momento que suceden. Y si no aprendemos de la primera experiencia, ésta se acaba repitiendo de una u otra manera hasta que lo hacemos.


El tiempo siempre acaba poniendo las cosas en su sitio, en el lugar que le corresponde, aunque a veces nos estrangule con sus interminables segundos . Y para ello la vida nos da algo más que pistas, oportunidades continuas. Por eso.. ¡ démosle un empujoncito !

Y es que no hay fuerza más fuerte que la del deseo, aunque no sea voluntaria.


Al menos siempre he querido creerlo así...

martes, 5 de agosto de 2008

¡ Adelante !

Muchas de las mejores cosas de mi vida han surgido siempre a consecuencia de una improvisación aparentemente casual y que nunca he podido comprender, ni lo pretendo. Forma parte de la magia de lo inesperado, lo impredecible, de la química de lo inexplicable. Y desentrañar ese tipo de cosas es algo en lo que no me gusta indagar demasiado. Las dejo jugar enredándose en mis pies y me dejo mover por sus travesuras. Me he jugado muchas apuestas con los ojos cerrados y casi siempre he resultado vencedor, pese a los posibles desaciertos. En la vida no gana quien no arriesga.


La vida y yo hemos estado en guerra demasiado tiempo, pese a que acabamos de firmar un acuerdo de paz. Pero ya se sabe, los acuerdos, como todo, acaban por romperse. ¡A ver cuánto dura este!
A veces la vida sigue envidiándome, se marca un órdago bajo la manga y me deja sin tréboles de los que echar mano. Pese a estar en bancarrota, esta vez no me ha impedido calzarme mi mejor sonrisa, esa que algunos días se disipa y no se deja ver, especialmente en invierno.


Pero ahora estamos en verano, puedo olerlo sobre mi piel, hasta llego a paladearlo.


Tiempo de recoger algunas lágrimas oxidadas y salir con lo puesto.


Tiempo de abrir las alas, las pupilas y hasta los pulmones.


Tiempo de desenterrar las ganas y los sueños que tanto tiempo han estado hibernando, aunque muchos sigan sin querer salir todavía...


Tiempo de salir a ver qué sorpresas nos ha deparado la vida hoy..

sábado, 2 de agosto de 2008

Me contradigo

La vida está llena de continuas contradicciones, y la mayoría de las veces muy pocos son conscientes de que no hace falta mirar fuera para lograr verlas. Si las ven en sí mismos o se las haces ver, inmediatamente tratan de justificarse. Buscar excusas parece ser un recurso automático para aquellos que en el fondo no se atreven a enfrentarse con su realidad.

Yo sé que soy contradictorio, lo asumo y me hago responsable de mis contradicciones. No obstante estaré perdido con demasiada frecuencia, lo sé, pero soy muy consciente de mi mismo y evito jugar al autoengaño.

Soy contradictorio porque soy humano, porque soy variable, porque soy empático, porque no siempre digo lo que pienso para no herir (a veces es necesario morderse la lengua aunque te sangre), porque a veces me paralizo y no hago lo que me gustaría porque me vence el miedo o me fallan las fuerzas, porque la vida me cambia constantemente y yo voy aprendiendo a marchas forzadas. Porque tampoco tengo claro siempre lo que quiero. Porque no tengo una manera definida de comportarme, no tengo un referente, una guía. Porque no puedo cuadricularme, ya que no tengo etiqueta. Todo depende de lo que sienta o piense en ese momento, de las circunstancias que me rodeen..

Por eso no creo en el para siempre. Por eso asumo que lo que piense hoy puede cambiar mañana, y no porque no lo crea firmemente, sino porque la vida es continuo cambio. Por eso a menudo caigo en mis propias trampas y me veo haciendo cosas que jamás soñé hacer. Por eso a veces me río de mi mismo cuando la vida me pone a prueba y yo tropiezo, y me levanto, y aprendo, y corrijo, y sonrío, porque de nuevo me ha enseñado una importante lección. Y el nunca pasó a ser un ¿quién sabe?

No se puede afirmar nada con total seguridad, ya que la vida da muchas vueltas, y quien piense que controla sus pensamientos y acciones de por vida, no hace otra cosa que engañarse.

La gente está llena de contradicciones, afirman cosas y después hacen otras. Pero siempre encuentran la forma de excusarse, cuando lo más fácil sería asumir que todos, en el fondo, somos "mudables", y que a veces, la vida nos hace cambiar de rumbo.

Con lo fácil que parece ser sincero con uno mismo y lo sencillo que resulta mirar hacia otro lado, no mirarnos dentro, no asumirnos. Qué falsa comodidad esa de las justificaciones.