jueves, 31 de julio de 2008

Ser sincero

"Ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa" André Maurois.

De niño me enseñaron que ser sincero consistía en decir siempre la verdad, bajo cualquier circunstancia. Pero, ¿qué pasa cuando la sinceridad hiere, cuando haces daño a otros aunque no quieras, cuando los demás no quieren que seas sincero si no que prefieren escuchar lo que quieren oír? ¿Tengo derecho a ser sincero aunque no me lo pidan?


Luego me puntualizaron que no debía ser tan franco, que tenía que tener tacto y saber cuando no decir determinadas cosas. Lo llaman diplomacia. ¿No se confunde la diplomacía con la hipocresía? Hay veces que no veo diferencia alguna, sólo un cambio de etiqueta con la que poder justificarse.

Pero, ¿dónde está el límite?


Más tarde me hablaron de las mentiras piadosas, esas que parecen que se dicen por el bien de otros y que en realidad no sabemos si lo hacemos por nuestro propio bien. O esas verdades que se callan para no hacer daño. ¿Realmente lo hacemos por ellos, o por miedo a perderlos, o a que piensen peor de nosotros? ¿Por qué callamos, por su bien o por el nuestro? ¿Cómo determinamos nosotros lo que es mejor para los demás?


"La educación de la sinceridad supone básicamente la educación del tacto, de la discreción y de la oportunidad. Porque ser sincero no consiste en decir todo a todos y siempre." ¿Hay que ser educado antes que ser sincero? Si hay que ser sincero pero no siempre ¿cómo determinamos cuándo y hasta dónde? ¿Sinceridad no era siempre decir la verdad, nuestra verdad al fin y al cabo, aunque los demás opinen de forma diferente?


Lo siento, estoy hecho un lío. Te lanzo la pregunta:

¿Qué significa para ti ser sincero?

martes, 29 de julio de 2008

Aconsejando

La teoría siempre es más fácil que la práctica. Eso ya lo sabemos. Conocer lo primero resulta bastante sencillo pero poner a prueba lo segundo parece más bien un juego de unos pocos, de los perseverantes.

Lo que más me molesta son expresiones como: "tú tienes que..." o "tú lo que tienes que hacer es..."

Resulta increíble la facilidad con la que algunas personas creen saber y organizar tu vida mejor que tú. Pero ya se sabe, resulta más fácil mirar fuera que dentro. Dudo mucho que la gente que me observa desde fuera sea más capaz que yo de ver lo que me pasa o encontrar la forma de solucionarlo. A veces es necesario que te ayudan desde fuera, porque no siempre es fácil verlo desde dentro, pero me resulta "gracioso" que la gente vaya por la vida creyendo tener las respuestas a los problemas ajenos cuando sus propias vidas son un completo caos por el que harían bien en comenzar. Y, más aún, cuando dan consejos al libre albedrío sin que nadie se los haya pedido. Ya lo dice un proverbio chino: "Antes de hacer la revolución, date una vuelta por tu propia casa".

Pero dar consejos es gratis, y a menudo se regalan como si fueran caramelos cuando ni siquiera los has o te lo han pedido.

A veces pienso que debería estar prohibido dar consejos cuando no somos capaces de aplicarnos nuestras propias palabras, porque suenan tan vacías si no se apoyan en hechos....tan absolutamente insignificantes....


>>Creo que con esto respondo a tu pregunta, querida lectora. No creo que sea el más adecuado para aconsejarte, pero ya sabes, otros estarán encantado de hacerlo.. <<

sábado, 26 de julio de 2008

(Des)encuentros

Sin reproches, sin culpables. Ya todo forma parte del pasado. Simplemente, a veces, las cosas no salen como esperábamos. Los caminos que un día se cruzaron y que parecían destinados a acompañarse, se separan en direcciones completamente opuestas. A veces de forma precipitada, a veces con un previo aviso que no pudimos o supimos ver.


Una simple mirada atrás y las tangentes que cruzaron nuestro camino ahora aparecen dibujando un cuadro abstracto sin pies ni cabeza. Allí se quedaron, al otro lado del presente, dónde únicamente el recuerdo alcanza a contemplarlos y con un poco de suerte llegan incluso a divisar lo que queda de ellos. Destinados a permanecer eternamente en ese rincón cada vez más lejano al que llamamos memoria, y que con el tiempo se empiezan a difuminar gracias al olvido.


Y hay personas a las que, sin querer, se extrañan. Aunque se tenga conciencia de que no volverán a formar parte de nuestras vidas nunca más. Aún sabiendo que algunas de ellas incluso nos hicieron daño, nos hirieron, nos traicionaron...innecesariamente.


"Cuando el perdón alcanza el punto de equilibrio, lo único que queda es nostalgia."

jueves, 24 de julio de 2008

¿Para qué esperar?

No tenemos derecho a esperar lo que no hemos sido capaz de ofrecer. Somos propensos a esperar o pedir que nos tengan paciencia, pero no tenemos paciencia con los demás. Esperamos y reclamamos que nos comprendan, pero no nos preocupamos por ser comprensivos con los demás. Esperamos que nos perdonen, pero no estamos dispuestos a perdonar. Hagamos méritos, demos el primer paso.

Incluso creo que no podemos esperar que los demás actúen con nosotros como nosotros lo hacemos con ellos. Aunque pueda parecer lo más justo, lo más esperado, lo más deseado...no es lo que se ha de esperar.

Cada persona actúa de acuerdo a las cosas que piensa o cree, y no siempre responden de la forma que desearíamos, ni de la misma manera en que nosotros actuaríamos en su lugar, ni del mismo modo en que, en ocasiones, nosotros hemos actuado con ellos.

Puede parecer triste, quizá lo sea, pero es una forma sana de entender que los demás poseen sus propios caminos, su propia forma de ver las cosas y entenderlas, o simplemente, su manera de no darse cuenta.... y puede que no estemos de acuerdo pero no podemos cambiar a los demás, por lo que debemos asumir cómo son.

He tardado mucho tiempo en entender eso, y mas aún, en asumirlo. Porque a veces damos demasiado y esperamos que los demás hagan lo mismo. Porque a veces damos tanto que creemos que lo normal es recibir lo mismo.

Pero uno ha de dar, hacer, decir y actuar sin esperar nada a cambio. Cada uno debe tomar sus decisiones y actuar en consecuencia, aunque luego duela...

martes, 22 de julio de 2008

Todavía recuerdo..

He vuelto a destapar la caja de los recuerdos. Miles de imágenes han venido a mi cabeza en forma de lejanos recuerdos, inundándome por dentro y dejándome un ineludible, amargo y dulce a la vez, sabor a nostalgia.

Me han venido sentimientos, palabras, personas...todo un abismo repleto de sentimientos que en otra época sentí cercanos y que ahora los siento difusos entre las sombras del pasado. Pero están ahí. Siempre sigue vivo lo que un día nos perteneció, lo que un día sentimos como propio, como único...

Los recuerdos. Qué cosa tan curiosa y qué extraño resulta destapar su olor con el paso de los años. Qué singular su grisáceo frescor, su tacto tan ambiguo, su palidez tan viva..

¿Acaso se puede llegar a olvidar lo que en otro momento era parte de nuestra vida? ¿Acaso resulta tan fácil borrar del corazón aquellos momentos que un día nos hicieron sentir, sonreir, llorar, vivir?

Sé que respiro, sé que estoy aquí. Que hoy no será como mañana ni tampoco mañana será como ayer. Pero, ¿Cuándo pasó todo? ¿Cuándo hubo tantas risas y tantas lágrimas? Tantas promesas, tantos sueños, tantas metas, tantas personas diferentes, tantos sentimientos mezclados...¿Cuándo te conocí? ¿Cuándo dejaste de estar en mi vida?

Si no fuera porque conozco la realidad, pensaría que no es posible que todo haya pasado en tan poco tiempo.


A veces siento que ha pasado demasiado tiempo, tanto que parecen muchas vidas reducidas en una sola. Alma cansada, experiencias tan intensas que parecen eternas....

domingo, 20 de julio de 2008

Improvisando

Improvisar siempre ha sido un término que me ha gustado, ya que va en relación con mi manera de ver las cosas. No necesito tener planes con antelación ni necesito tenerlo todo cuadriculado y perfectamente estructurado. Me gusta dar cabida a la oportunidad, al momento, a la improvisación.

Me gusta que los planes surjan porque sí, que la espontaneidad nos conduzca hacia diferentes situaciones, donde todo confluya sin que apenas te des cuenta.

Quedar sin saber muy bien lo que vayas a hacer luego. Poder cambiar los planes, adaptarlos, realizarlos sobre la marcha. Todo ello sin tener nada claro en un principio el camino a seguir, pero no importa....porque simplemente disfrutas caminando.

Me gusta improvisar, me gustan las cosas que sin previo aviso se convierten en estupendas. Me gusta no saber lo que me deparará el fin de semana, pero que cuando llegue, se llene de un montón de razones por las que sonreír.


Mi improvisado verano acaba de comenzar...

viernes, 18 de julio de 2008

¿Espejismo?

Le enseñas a la vida todas las cartas que llevas. Has dejado de esperar para echarte un farol y ahora decides mostrar tus bazas. La verdad sobre el tapete. Aunque cueste. Aunque duela.

Te prometes empezar de cero, hacerlo mucho mejor la próxima vez. Envidiar con cautela. Morder únicamente bocados masticables y a ser posible sin efectos secundarios incurables. Cambias tu suerte, pero una fuerza superior te golpea de lleno tirando por tierra todo lo construido. No vas por buen camino. Lo sabes, es evidente. Mejor pararse un momento, respirar, ir probando. No perder la sonrisa ni el ánimo, aunque te cueste arrastrar el nudo del estómago. Un paso. Luego otro. Despacio. Venga, un poco más. Otro más y verás el horizonte un poco más cerca.


¿Y después?

Ya no hay vendas en los ojos. Ya no hay idealismos ni utopías. Ya no hay esperanzas irreales, ni clavos ardiendo a los que agarrarse en las noches de tormenta. Sólo la verdad escupiéndote a la cara y sonriendo sarcástica desde el otro lado. Eso que pensabas que sería diferente y que ahora ves que te arrastra irremediablemente a un punto de partida tan conocido como aterrador.


¿Y ahora?

Sólo te queda la sensación de frustración eterna que acompaña a quien ve en sus pasos lo que ya conocía y que no le permite respirar ni conciliar el sueño.

Y vuelta a empezar...

jueves, 17 de julio de 2008

Telarañas


Mi mundo se ha convertido en una telaraña. Cada día voy tejiendo un trozo. Con cada paso que doy, voy hilando mi presente hacia delante.

Miro hacia atrás y puedo divisar la red que se ha ido abriendo camino en mi pasado. Puedo ver las conexiones, los vínculos, lo importante que es la unión de todas y cada una de las piezas que conforman mi particular telaraña. Sin ello, mi red, mi mundo, se vendría abajo sin remedio. Todo tiene sentido y lugar en mi vida.

A menudo creo andar siempre en la dirección equivocada, y no llegar a ninguna parte. Por esa razón pierdo la perspectiva y me mareo. Como si creyera pasear interminablemente en círculos concéntricos sin ningún sentido.

Entonces comienzo a recordar que puedo elevarme por encima de mi red, lanzar un hilo hacia arriba y verlo todo desde otros ángulos, analizar la situacion desde muchos más puntos de vista y así valorar la verdadera realidad.


Desde arriba puedo ver que hay telarañas muy cercanas, cuyos propietarios están dispuestos a ir al rescate si un día no me quedan fuerzas para moverme y tengo un trozo de tela que reparar...


Y entonces no puedo evitar sentirme muy afortunado, porque no estoy solo, y a veces se me olvida...

martes, 15 de julio de 2008

Parrafada

-Yo, por mi parte, nunca he elegido nada. Simplemente me dejo arrastrar. Pensará usted que estoy loco. O que soy un cobarde. No lo descarto, sin embargo...

-¿Sin embargo?

-Calle, calle. Estoy pensando.

-Piensa usted demasiado.

-Ya me acuerdo... quería decirle que no soy una calculadora.

-Es evidente.

-Actúo. No me queda más remedio. Como a todos.

-Pero hay que mirar al futuro, planificar...

-Cierto, cierto...

-Poner medios para lograr fines.

-Cierto, cierto, lleva usted razón...

-Tiene que madurar. Es inevitable y necesario.

-Lo sé. Sin embargo...

-¿Sin embargo?

-Calle, calle, ¿no ve que estoy pensando?

-Podría hacerlo mientras habla. Así es muy aburrido conversar.

-¿Quiere que me lance al vacío?

-A veces es bueno hacerlo.

-Quizá mañana. Hoy estoy cansado. Me duele la cabeza.

-Bueno...

-Me están empezando a sudar las manos.

-Estás nervioso.

-Siempre lo estoy. No es nada excepcional.

-Hay que solucionar eso.

-Lo siento, me voy a casa. Se está haciendo tarde. Adiós.

-No, espera. Usted era un guerrero, no se convierta en avestruz.

-No hay nada estable. Nada permanente.

-Aunque le cueste, hay que asumirlo.

-Usted no comprende las dimensiones de lo que le digo...

-Sí que comprendo. Usted es el que no comprende. Hay que dar un salto. Y decidirse. Y actuar en consecuencia. Y dejar de maldecirse. No sea ridículo.

-(a punto de llorar)

-Vamos, vamos...todo tiene solución.

-Con las ilusiones que se fabrica usted, no me extraña que viva tan despreocupado.

-Hay ilusiones que son vitales...

-Le envidio.

-Uffff

-¿Por qué resopla?

-Va a acabar mal.

-Voy a acabar como me de la gana. Qué sabrá usted. Valiente imbécil.

-Oiga, sólo trato de ayudarle.

-Tiene razón. Discúlpeme.

-Si quiere damos un paseo...

-No. Quizá mañana....

lunes, 14 de julio de 2008

Memorizar

"Allí donde la toques, la memoria duele" Yeoryos Seferis


La memoria es un cajón peligrosamente aleatorio. Puede llenarse hasta alcanzar los bordes sin previo aviso y aún así...siempre cabe más.


Un día decide abrirse por páginas aparentemente al azar cada dos horas, empezando a remover, y conseguir que salten fragmentos de tu vida desde el otro lado en el momento más inoportuno.


Últimamente echo de menos la falta de novedad, ya que todo sabe a algo ya conocido. Cada calle, cada esquina, cada frase, cada pensamiento.



Todo esto lleva adherido fragmentos de otros tiempo, de otras personas, de otras vidas.

A veces parece que se me olvida que llevo mucha memoria cosida a la espalda, y que algunos días pesa más de lo habitual..

domingo, 13 de julio de 2008

Contra la realidad

Parece que cada vez tengo más personas a mi alrededor, sin motivo aparente. Gente que no sabe quién era ni de donde vengo, a quien no le importa nada de mi pasado ni el peso de la sombra de mis zapatos. Me miran de cero y empiezan a conocer a la persona que soy, aunque todavía siga construyéndome con cada paso que doy.

Y resulta muy fácil dejarse llevar por la espontaneidad, reír, ser divertido, improvisar, quedar o incluso quedarse.

Lo que resulta más complicado sin lugar a dudas es sentir, sentirse. Querer intentar darse a conocer sin poder hacerlo porque el escepticismo continúa ahí, sonriendo desde la puerta.

Ya no es lo mismo. Ahora cuesta mucho más que antes atreverse a dar ese paso de abrirse al mundo sin levantar la orden de alejamiento que nos mantiene a salvo. Y me pregunto si alguna vez se recupera la fuerza para creer cuando te rompen el idealismo completamente en pedazos y la realidad te consume a gritos desde dentro: "¿hasta cuándo es suficiente que te golpeen para dejar de creer?"


Al final lo único que queda es aceptarlo. Uno ha de rendirse ante la evidencia.

viernes, 11 de julio de 2008

Lo peor que te puede pasar

Lo peor que te puede pasar no es acabar en un hoyo. Lo peor que te puede pasar no lleva ningún epitafio, ningún destino, ningún porqué. Casi nadie habla de ello, porque nombrar lo peor que te puede pasar es como admitir alguna vez que te ha pasado, y parece que no es nada agradable.

A los que se atreven a pronunciarlo, les basta con dos palabras, que por separado parecen inofensivas, pero que juntan resultan bastante devastadoras. Y es que lo peor que te puede pasar es quedarte solo.

Perdona si me temo que también es lo único.

La familia siempre está ahí, aunque con cada nuevo eslabón generacional se empuja a los demás al fondo del abismo del olvido, llevándose con ellos millones de casualidades que en su día hicieron que llegáramos a existir. Lo que daría hoy por hablar un rato con alguno de mis tatarabuelos y preguntarle cómo y si realmente se enamoró, por qué de ella y no de cualquier otra, por qué ese día, y no después.

Los amigos, otro tipo de familia, van emprendiendo uno a uno viajes de ida al maravilloso país de las parejas. Y allí se instalan. Claro que puedes ir a visitarlos, pero siempre con visado de turista. O con llamadas, emails y mensajitos , manteniendo vivo el lamentable espejismo de pensar que aún están ahí.

Y las parejas, amistades convertidas en familia, van cerrando los últimos episodios de este libro al que llamamos vida y que tiene la última página escondida entre las demás. Eres con quien estuviste. Eres de quien quisieras haber sido.

Supongo que en eso consiste la contrapartida de las cosas bellas, en que todas acaban por no durar. Ese fin de trayecto duro y desagradable llamado despedida en el que todos nos hemos tenido que bajar alguna vez. Crecer es aprender a despedirse, conocer cada vez más gente que ya no está, sonreír de tanto llorar.

Con el tiempo, las cosas van cambiando de color. Las muy claras se tiñen de "a veces". Las muy normales se pintan de excepción.

Con el tiempo, tienes varias preguntas para cada respuesta. Varios recuerdos para cada proyecto. Varios principios para cada final.

Pero nada de eso debe ser comparado con la angustiosa sensación de irse quedando solo.


Por eso, siempre que noto la soledad de alguien gritada a través de sus poros, jamás se me ocurre manifestar burla, desprecio o indiferencia.

Miro a los que sí lo hacen y siento lástima de ellos. Parece que jamás se hayan quedado solos.

Y si alguna vez lo estuvieron, está claro que no supieron aprovecharlo.

miércoles, 9 de julio de 2008

Sombras

Para dilucidar dónde empieza una realidad y acaba una apreciación subjetiva, tendríamos que ser capaces de independizar nuestro pensamiento de la carga de subjetividad que va adherida a él, y con la que inevitablemente distorsionamos todo lo que llega a nosotros. Yo y mis circunstancias, y mis aprendizajes, y mis experiencias, y mis miedos, y mis perspectivas, y mis decisiones, y mis derrotas.... Y justo en medio, mezclado, desordenado, confuso y disperso, la amalgama de lo que somos, lo que hemos sido, lo que creemos ser y lo que querríamos ser.


¿Cómo saber diferenciar? ¿Cómo distinguir qué es lo que hay de nosotros o de lo que nos inculcaron? ¿De lo que hemos pasado o de lo que esperábamos? ¿Cómo comprender qué parte está mediatizada? ¿Qué razones no pensamos pero nos persiguen? ¿Qué carga es nuestra o heredada? ¿Qué paso es decisión o rutina? ¿Cómo encontrarnos si la mayoría de las cosas que pensamos se quedan fuera de la injusta y desigual balanza?


Al final, no hay más respuestas que preguntas.



Y sólo y exclusivamente con suerte llegaremos a descubrir que somos algo más que seres contradictorios en continua evolución.

domingo, 6 de julio de 2008

Lo poco que sé

Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos.

Que nadie se emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, difícilmente se llena un corazón, por pequeño que sea.

Hay cosas que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para poder evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú decidas, todo está bien. El día que dejes de decidir, cuidado, porque la habrás palmado un poco.

Ten siempre más proyectos que recuerdos, y olvídate de la patraña de ser feliz. Ya te puedes dar con un canto en los dientes si consigues ser dueña de tus propias expectativas.

Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va.

Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondida. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligada a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión.

Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón.

viernes, 4 de julio de 2008

Magia

Nada por aquí, nada por allá. Tu último desahucio emocional y su posterior embargo te han vuelto a dejar con lo puesto. Se te van enfriando los reproches y ya se sabe que esos, estando fríos, no valen nada. Desaprendes rutinas ajenas, reconquistas las propias que recuerdas y poco a poco vas iniciando una nueva mudanza de palabras vacías que enjuagas primero con lágrimas de todo tipo, para volver a llenarlas algún día de sensibilidad y sentido, logrando que luzcan otra vez como se merecen.

Nadie por aquí, nadie por allá. Qué pereza. Qué decepción. Ya no piensas volver a contar nada de tu vida. Si eso, la publicas en un blog y que se vaya actualizando. Siempre quisiste lo que no podías tener, y ahora que podrías tenerlo todo, no te apetece ni siquiera quererlo.

Desempolvas tu agenda con la esperanza de seguir desempolvando. Más pereza. Dónde están ahora todas esas oportunidades que dejaste pasar porque estabas por otra cosa (sí, ahora le llamas cosa). Dónde las frases bonitas que cayeron en tu saco roto. Dónde las gotas que jamás colmarían tu vaso, siempre lleno de mitades vacías.

Y así por aquí, y así por allá. Parece que hoy sólo serás capaz de escuchar las mentiras que empiezan por nunca más. Las únicas que estás dispuesta a creerte. Las únicas que te hacen sentir que estás aprendiendo.

De pronto, coño, una chistera. A ése qué le pasa, por qué te sonríe, igual tienes un moco y no te lo has visto. Y ahora por qué empieza a decirte cosas que has oído ya cientos de veces, en más de mil y una noches, y sin embargo, a él le obsequias con una cara de atontamiento generalizado, como si de repente tu cociente hubiese decidido dividirse por su infinita torpeza.

Tus ganas de volver a ser incoherente o contradictoria o tonta del culo te hacen ignorar tanta tradición de chistes malos sobre polvos mágicos y conejitos felices, en el mismo instante en el que ese prestidigitador de tres al cuarto decide jugársela a una carta y te pide que memorices su número.

Quizás por tus ganas de olvidar más que por las de recordar, decides huir hacia delante y prestarte voluntaria para ser su mano de todo menos inocente.

Empezáis a veros con esa imposible mezcla de ilusión e incredulidad, una mezcla que te resulta demasiado familiar, pero como cada persona es un mundo, algo dentro de ti va repitiendo el mismo mantra.

Que sí, que esta vez será diferente.

Te convences tanto a ti misma que hasta parece que convences a los demás, y ya nadie te pregunta el porqué de tanto birli ni de tanto birloque. Buscas los argumentos que apoyen tu nueva tesis, y suenan cada vez más maduros de pelar. Hoy te sientes más mujer que la de cualquier anuncio de compresas.

Quizás por eso, al final, sintiéndote la más fina, segura, confundida y bipolar, coges el teléfono y te decides a hacerme la pregunta del billón.

Cuál es el truco.

Ja. A ti te lo voy a contar.

miércoles, 2 de julio de 2008

Nunca entenderé

Nunca entenderé por qué la crueldad injustificada se denomina sinceridad.
Ni por qué la baja autoestima se llama falsa modestia.
Ni por qué la vanidad encubierta es tratada como quererse a uno mismo.
Ni por qué las sonrisas mezquinas se autoproclaman diplomáticas.
Ni por qué la bondad de corazón se interpreta como hipocresía.
Ni por qué la necesidad de llamar la atención se llama carisma.
Ni por qué la ignorancia se cree sencillez.
Ni por qué la inteligencia se adjudica por defecto la genialidad.
Ni por qué las mentiras dejan de serlo sólo porque no pretendían herirte.
Ni por qué la autocompasión es proclamada víctima de la realidad.
Ni por qué los cobardes son precavidos y los valientes suicidas.

Ni por qué tantas y tantas veces las palabras son mudas y los silencios sentencian.