domingo, 28 de diciembre de 2008

Día tonto

Sí. Hoy tengo un día tonto. Un día de esos donde continuamente bordeo la tristeza sin razones aparentes. Donde mis pasos se ralentizan tanto que me da vértigo la velocidad a la que gira el mundo. Donde todas las emociones que guardo en mi cajón desastre se muestran a la luz sin que pueda hacer nada.


Hoy tengo un día tonto. Un día de esos donde me pierdo en mil y un pensamientos sin llegar a ninguna parte. Donde las cosas me golpean de lleno con un simple soplido. Donde saboreo absurdos sinsabores. Donde me amedrento con cualquier altercado en el camino. 


Hoy tengo un día tonto. Uno de esos en los que únicamente siento la necesidad infinita de un abrazo, uno en el que desee no soltarme nunca. Donde solo deseo respirar muy hondo...y olvidarme hasta de mí mismo. Donde tengo tanto frío que parece que se me ha colado en un descuido el invierno entero. 


Hoy tengo un día tonto. Donde las miradas son de hierro, las sonrisas de madera, las canciones de memoria pasada. Donde la alegría que dejé ayer sobre la mesita de noche se ha difuminado. Donde el sol no se ha dejado ver ni fuera ni dentro.


Hoy tengo un día tonto. Sin premisas, sin fisuras. Un simple e intrascendente... día tonto.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Diciembre


Estas son unas fechas demasiado extrañas y totalmente prescindibles. No sé si resulta mejor olvidarlas o simplemente ignorarlas.

Hay muchos días en esta época en la que de nuevo me convierto en colador y se me escapa por las costillas toda la melancolía acumulada. Miro hacia alrededor y no tengo fuerzas, ni asideros, ni tan siquiera ganas de contarme una pequeña mentirijilla que me sirva de premio de consolación. No quedan motos que me puedan vender. La realidad es más fuerte.

Pero también hay días en que prefiero armarme de valor y ponerme el universo por sombrero. Respirar, cerrar los ojos, recordar que cosas bastante peores, y dejar que todo pase. Así, me pongo a rebuscar en estos días confusos razones menos evidentes a las que aferrarme, y por las que en estas fechas, más espesas que cualquier otras, realmente tenga algún sentido el celebrar algo.

Quizás a los que ahora no nos gusta la navidad, no nos gusta por envidia, por envidia de no poder ver las cosas como esos enanos que pululan por nuestras calles. Salir a la calle y mirar sus casas, y luego replantearse si no es la mejor época del año.
 
Por el momento, este año he decidido neutralizarlas. Pasar de adornos y guirnaldas, reuniones y fantasías raras. 


Esta navidad...soy todo un grinch!

viernes, 5 de diciembre de 2008

Diría

Que después de muchas precipitaciones y sopas de letras por fin aparece la parte buena de tantos cambios. Llevo unos dias dando rienda suelta a esa parte de mí con la que me siento más libre que nunca. Peligrosamente libre. Extrañamente libre.

Diría que hasta que he recuperado las risas que perdí, o incluso que voy recuperando la inspiración, aunque no las fuerzas para compartirla con alguien. Diría que también he recuperado mi peonza, mis cromos, mis canicas...y hasta ese parpadeo intermitente que lo mismo me permite convencer de un imposible, que hacer reír a carcajadas.

Diría que he recuperado trampolines extraviados, melodías lejanas, tréboles ya marchitos que tal vez sigan dando algo de suerte. Diría que han aparecido cajas y más cajas de trozos de mí que deberían estar amontonándose desde hace ya demasiado tiempo en el baúl de los recuerdos. Y disfruto abriendo cada caja, pese a que al abrirla me invada otra parte de mí que no controlo como debería.

Vuelvo a estar dividido. Hay una parte que me pide que salga fuera a jugar, convenciéndome de que hace un día demasiado lleno de oportunidades como para seguir encerrado en la responsabilidad que no me divierte. Sin embargo, hay otra parte que me dice que no puede ser, que me quede en mi habitación, que las cosas no siempre son como se quieren, sino como se debe, que hay imperativos que son inevitables.

Diría que me siento bien si no fuese porque aún me cuesta conciliar el sueño, porque las razones se me caen de las manos sin que pueda hacer nada, y los sentimientos juegan a los imposibles alcanzando los límites de mi irrealidad y mi desconcierto.


Diría que me voy encontrando sin dejar de perderme. 


Conjugarme nunca ha sido fácil, y se me dan muy mal las ecuaciones...