jueves, 19 de noviembre de 2009

Ilusiones....y otros desencantos

La precipitación es la madre del error. Demasiadas veces lo he comprobado ya...


Porque a veces tenemos tantas ganas de creer, de ilusionarnos, de arriesgar, de confiar, que no nos paramos a pensar, no somos realistas, no comprobamos antes que lo que hay detrás de tantas ganas no es más que un teatro lleno de máscaras. Nos lanzamos de cabeza a la piscina sin ver que es un simple reflejo, que esta vacía. Y acabamos con la boca contra el suelo y las encías sangrando de nuevo. Lamentándonos y preguntándonos cuando se vació.


Nunca estuvo llena. Esa es la cuestión. Simplemente nos cegamos por el deseo absurdo, irreal, equivocado. Confundimos las ganas de sentir con los sentimientos de verdad. Cambiamos la realidad de lo que hay en algo que no existe. El poder del soñador, la necesidad de creer. Y al final no nos desencantamos por lo que había, sino por nosotros mismos, por no haber abierto más los ojos, por dejarnos llevar por espejismos, esos que no fueron reales.


Pero la vida, sabia como la que más, nos enseña en cada experiencia y nos muestra un poco de realidad, o mejor dicho, de nosotros mismos. Saber quienes somos y quien no queremos ser.


Y seguir creciendo...

5 comentarios:

MâKtü[b] dijo...

y este negativismo...lo siento pero no estoy de acuerdo, k tu veas la piscina vacia no significa k otros la vean llena.

Si los errores nos ayudan a crecer yo te dire que el que no arriesga no gana. A veces el ver la realidad nos engaña, nos transforma nuestra percepción del mundo...

Shulix dijo...

Dijiste con pocas palabras algo que muchas veces no supe como decir...
realmente me sentí muy identificada leyendo esto... es como que hubieras escrito mis pensamientos...

Saludos!

Alice dijo...

Muy bueno lo que escribis. Me encanto.

Unknown dijo...

Expresas el sentir de muchos ... y sobre todo mi propio sentir .... me encanto ....Michel

www.micheldeb.blogspot.com

Andrea dijo...

Nos lanzamos porque queremos desesperadamente creer que hay algo más. Así que nos extralimitamos, nos apresuramos, y nos desilusionamos, pero aquellos que brincan una y otra vez, que confian, que lloran, que sienten, y que encima de todo: siguen haciendolo son los que en verdad podríamos llamar "viven".